El entusiasmo por la creación artística

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Michelle Medrez

 

 

Mi aproximación hacia el Arteterapia fue para mí la oportunidad de unir dos tendencias que generaban sensaciones placenteras: el entusiasmo por la creación artística y la relación de ayuda.  Por cuestiones que de pronto pasan en la vida, no había podido ser artista plástica -pero entonces como ahora- el acto creativo, la abstracción de la realidad y el poder del símbolo son conceptos que, al unirse en un contexto psicoterapéutico, parecen magia.

Malchiodi (2006) señala que la combinación de palabras “arte” y “terapia” suscita una enorme ambigüedad, ya que la unión de ambas disciplinas trae consigo un amplio repertorio de conceptos como: Artes visuales, proceso creativo, desarrollo humano, personalidad, comportamiento, salud, actitud, etc. Lo que hace muy difícil su entendimiento.  Mi objetivo al contarles sobre mi experiencia no es solo que comprendan sobre este binomio de palabras que me ha cambiado la vida, sino que, conozcan los alcances terapéuticos que tiene este enfoque. Durante mi formación, observando detrás del cristal me asombraba sobre los pequeños detalles que hablaban más de mil palabras; las creaciones de los pacientes siempre me resultaban como monografías de su cotidianidad, solo se necesitaba saber qué preguntar.

Es la pregunta el trabajo más sutil del arteterapeuta, necesario para develar las significaciones inconscientes de cada producción artística. El paciente habla a través de la metáfora de lo que plasma. Pongamos por caso el mío, durante mi trabajo terapéutico en alguna sesión, a mi terapeuta le pareció buena idea que trabajara mi obsesión sobre el ser perfecta y dibuje un triángulo equilátero como ese símbolo que representaba la perfección, me esmere en rellenarlo completamente de azul cielo. –“¿qué tiene ese triangulo que es perfecto?”- En respuesta automática conteste: -“El equilibrio de sus formas, los ángulos iguales…” y remate con “a los ingenieros les fascinan los triángulos porque pueden construir sobre él” Hasta ese momento no había caído en cuenta de ese detalle, mi pareja en ese momento era ingeniero y mi relación con él no era sana, él como otra persona importante en mi vida quería construir algo que no era yo. Después de un momento me dio otra hoja y me pidió que dibujara lo contrario. Para mí lo contrario tenía que ver con algo que fluye. Entonces él saco una pequeña vela y una cuchara con el propósito de que pudiera convertir la rígida crayola en algo más libre. Ese cambio físico del material resulto para mí una transformación interna. Con la cera ya líquida realice mi segundo símbolo: un lirio color morado. Un lirio porque ninguno es igual a otro y en eso radica su belleza, un símbolo que expresa que para todo hay un momento (para crecer, para florecer, para esperar) De alguna forma la naturaleza, a través de la flor, sabe esas cosas. Para mí había llegado el momento de que yo eligiera que quería construir y de que era tiempo.

Como se puede deducir, el Arteterapeuta acompaña y es sensible a las necesidades de su paciente y junto con él se inicia un proyecto de transformación, de resolución de dificultades o de simple autoconocimiento.

Por otra parte, el arteterapeuta es también sensible a la creación, justo por eso induce de forma sutil para que la profundidad y autenticidad, en este caso, reforzarán mi lirio. ¿Te ha parecido mágico? Para mí lo es. Y no por demeritar todos los estudios y las teorías que hay detrás, pienso que es mágico porque a cualquiera (como me paso a mí) puede no tener las palabras para describir lo sentimientos o los pensamientos que le generan ciertas situaciones, pero el arte ofrece este medio de comunicación y brinda en ese momento, incluso antes de la intervención formal del terapeuta, la sensación de empoderamiento (desarrollando habilidades de afrontamiento saludables). Al mismo tiempo es magia por que toma al menos dos de los componentes más claros propios del humano: El movimiento y la creatividad. Nunca se sabe que se trabaja durante una sesión o lo que el paciente dibujara, siempre que estoy frente a una paciente imagino en ese instante previo a que me explique su obra que se está abriendo el telón de su inconsciente.

Si el humano es movimiento y creatividad ¿Qué nos hace pensar que estar sentado en una silla o diván sea la única o la mejor forma de sanar? La arteterapia sana por que trabaja en nivel inconsciente a través de la creatividad y a través de las preguntas se le une el consiente. Sana porque se pone en acción al paciente al momento de dibujar, pintar o modelar y con estos dos aspectos el de elegir.

Deseo que tú, al leer esto, sientas al menos la curiosidad de experimentar el arte como terapia, aprecies en carne propia sus beneficios y te asombres de las muchas posibilidades que tiene para ofrecerte.

 

Referencia:

Malchiodi, C. (2006) The Art therapy sourcebook. McGraw Hill: Nueva York.

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